21/10/2020

No la llaméis marquesina, un oscuro misterio italiano

Comparte
Autor L&L Communication Team
Categoría Historias de luminotécnica
Tiempo de lectura

m.

Había una vez una hacienda vinícola en Cerignola que estaba ubicada en la ruta de la carretera nacional 16 Adriática en Italia, una carretera que desde Padua llega hasta Otranto (Lecce), la arteria más larga de toda la red de carreteras italianas.


Había un arquitecto que había acertado, y luego, como era de esperar, hubo luz.

Pero primero lo primero.


Al fin de desarrollar sus propias infraestructuras, la empresa de alimentación italiana, Gruppo Alimentare Castellano, pidió a un arquitecto (más adelante comprendimos que se trataba de Ciro Alfredo Matarante) que diseñara un punto de recolección de uva.

Téngase en cuenta que por recolección aquí nos referimos a camiones de 140 000 kilos por hora que descargan la cosecha directamente en un enorme tanque de acero inoxidable con una abertura de aproximadamente 23 m2.

Los tanques tenían que contar con una cubierta lo suficientemente grande para asegurar el vuelco de la carga desde arriba y proteger las uvas de la lluvia.
¡Y del sol! Porque estamos en Apulia, donde en verano se alcanzan picos de 44°C.

Recordemos el factor del calor porque más adelante volveremos a hablar de ello.

Y así, el diseño de lo que por ahora llamaremos simplemente "cubierta" preveía una altura de 12 metros.
¡12 metros! ¿Y alrededor?
Amplios espacios para facilitar la entrada y salida de camiones sin necesidad de maniobras, lo que traducido visualmente es prácticamente nada: una línea horizontal, interrumpida por el vaivén de los automóviles en la carretera nacional y el negocio familiar, que está allí desde 1974.


A ese punto el arquitecto tuvo una intuición: una catedral moderna en el desierto.

Lo que se tenía que ser una marquesina se ha convertido en un instrumento de marca corporativa poderosa; mucho más que cualquier otra acción de mercado realizada por el grupo ya que cada día llama la atención de más de 15.000 transeúntes.


Pero es cuando se hace de noche que el plan toma forma de verdad: la luz arquitectónica entra en escena.

Encendámosla lentamente.





18:00 h - el atardecer de una tarde de octubre

Lyss 1.0, 4000K, 9W, satinada 20°x180°, blanco

Los pilares de acero con forma de Y cobran vida con el impulso de un telamón moderno.

La fuerza que se desprende en sus 12 m de altura se origina de un pequeño aparato colocado en la parte superior y que ilumina el marco interno de los pilares.

Visualmente, el espacio debajo del techo se vacía y el viento lo recorre.

20:00 h- la noche en la que sucedió todo

River 1.0, 4000K, 20W, 10°x40°

Nadie se había fijado, pero allí, en la base de los pilares, unos perfiles lineales se encajaban a ras del suelo.

A la señal acordada, se encienden y proyectan unas elipses de luz de 10° x 40° que genera una serie de reacciones en cadena.

Iluminados en la base, los pilares emergen en un juego de sombras; al mismo tiempo, la elipse se proyecta sobre el techo convirtiéndose en un halo en la parte superior de los pilares, que se refleja en el material ALUCOBOND® e ilumina el suelo de manera indirecta; por último, los bordes del techo desaparecen visualmente y se funden en el negro azulado de una noche sin estrellas.

04:00 h - a quien madruga Dios le ayuda

River 2.0, 4000K, 40W, 47°

Los días de octubre son intensos, hay mucha uva para descargar, y al final de la noche los camiones ya están listos y alineados como soldados. Las ocho personas de la empresa de alimentación Gruppo Alimentare Castellano están en posición, llega la hora: ¡que se haga la luz!

Doce perfiles lineales empotrados en el ala izquierda del techo con apertura de 47° en el arcén, donde el equipo mide y registra los pesos brutos de los camiones y las taras, después de haber vertido su carga en el enorme tanque subterráneo. Debajo del ala derecha están los camiones en la cola.


El antagonista de esta historia es el calor. Sí, porque la uva recolectada y procesada por las máquinas colocadas en el interior del depósito, que las divide en granos y raspones para la extracción del mosto, no debe fermentar antes de lo previsto.

El calor es el detonante de una bomba de relojería y el tiempo pasa tic, tac, tic, tac.
Pero aquí la tecnología LED nos ayuda: aunque la iluminación sea moderada, para garantizar la operatividad de los trabajadores, esta elimina por completo el riesgo de sobrecalentamiento del material que se está procesando.

Ya casi es de día. La catedral se apaga. El enjambre debajo de la marquesina continúa incesante.

 


P.S.
El título era mentira, no es un oscuro misterio, en realidad todos los aparatos tienen una temperatura de color de 4000K :D


P.P.S. Si quieres saber más, mira aquí el proyecto iluminado.